El origen de este famoso dicho popular proviene de la mitología grecorromana.
Había una diosa llamada Ocasión personificada como una mujer hermosa de larga cabellera por delante y calva por detrás, a menudo con alas en los talones o en la espalda.
Las alas representan que las buenas ocasiones pasan rápido y la cabellera y la calvicie la imposibilidad de tomar por los pelos las buenas ocasiones ya pasadas.